AMENAZA. Los pobladores afirman que la apertura de una marina abriría un hueco a su manto freático compuesto por agua dulce y lo salinizaría, por lo que ya no serviría para su uso agrícola (Foto: Corresponsalía El Universal)
Martes 30 de noviembre de 2010
Corresponsalía El Universal
MAZATLÁN
Cuando recién anunciaron el proyecto, hace dos años, los pobladores de las comunidades que rodean a Teacapán supieron que no se beneficiarían de él, pero no previeron que tiempo después estarían luchando porque no les quiten el agua para el consumo humano y para el uso agrícola y ganadero.
La amenaza se llama Centro Integralmente Planeado (CIP) Costa-Pacífico y se construye en Teacapán, Escuinapa, municipio ubicado en el sur de Sinaloa. Las tierras donde se erige el proyecto fueron vendidas al Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) por el ex gobernador de Sinaloa, Antonio Toledo Corro.
Para dimensionar este complejo turístico basta mencionar que se espera que sea más grande que Cancún, que se invertirán 5 mil millones de pesos del gobierno federal, 66 mil millones de pesos de capital privado y que utilizarán 2 mil 381 hectáreas para construir 44 mil cuartos.
Fonatur lo anuncia como el complejo turístico más grande del sexenio del presidente Felipe Calderón y el más importante de los últimos 25 años.
Pero ante este megaproyecto turístico hay 10 mil pobladores de cinco comunidades que se oponen a la construcción de la marina que se contempla en el desarrollo.
Esta oposición se debe a una razón básica: los pobladores aseguran que la apertura de una marina abriría un hueco a su manto freático compuesto por agua dulce y lo salinizaría con el líquido marino, es decir, el agua se haría salada y por tanto no serviría para su uso agrícola, actividad de la que viven nueve de cada 10 personas de esa región.
Un manto freático es una especie de fosa que yace debajo la superficie terrestre y es utilizado para su uso agrícola, ganadero y doméstico.
Desde el 17 de febrero de 2009, Felipe Calderón puso en marcha la construcción del centro y en el evento de arranque aseguró que en el proyecto hubo “absoluto respeto al equilibrio ecológico como base, para convertir a la naturaleza en un atractivo turístico por sí mismo”.
El CIP se anunció como una idea similar a los proyectos edificados en las ciudades de Cancún, Ixtapa, Loreto, Los Cabos y Huatulco.
Aunque también se afirmó que el centro será una fuente de empleo para pobladores de la zona y de las comunidades vecinas, ejidatarios como Antonio Vargas, agricultor y presidente del ejido Cristo Rey, destaca las desventajas que observan sus habitantes.
“Nosotros hemos sido agricultores toda la vida, nuestros padres, nuestros abuelos, y queremos seguir siendo, no queremos terminar como jardineros, albañiles, o peones de albañil. Esa es nuestra inconformidad con la marina. Cuando se hablaba de Fonatur, nosotros dijimos, bueno, no vamos a tener beneficios, pero tampoco pensábamos que íbamos a tener perjuicios; a estas alturas nomás hemos visto perjuicios, cero beneficios”.
Incluso, menciona, con el inicio de los trabajos del CIP los pueblos empezaron a carecer de agua.
Cristo Rey es una de las comunidades afectadas por el complejo, además de Teacapán, Isla del Bosque, Palmito del Verde y Celaya.
Tienen una esperanza
Hay una posibilidad de que se modifique el proyecto del CIP y ya no incluya a la marina que salinizará los mantos freáticos: que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) no apruebe la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) hecha por una empresa contratada por Fonatur y los obligue a eliminarla.
Sandra Guido,académica ambientalista y directora de la organización no gubernamental Conselva, afirma que en estos días se espera que la oficina central de la Semarnat apruebe o rechace la MIA.
La especialista menciona que la sugerencia de quitar a la marina del proyecto ya fue realizada por la UNAM, a través del Instituto de Geografía. Ahora, dice, es cuestión de esperar la definición de Semarnat.
“Este es un problema ambiental que va a repercutir en un problema social, porque no es una agricultura de subsistencia que con tres pesos los agricultores van a decir me voy y me retiro.
“Estamos ante un escenario con un estudio muy incompleto, a todas luces irregular... Semarnat tiene en sus manos una decisión histórica”.
