EL VIBORÓN DEL GÜILO CONTRA FONATUR

Gildardo Izaguirre y Fierro
Las marismas del Güilo Mentiras las quieren encementar y convertir en hoteles, residencias para reposo de enfermos ricos, campos de golf, antros de alucine y marinas para que atraquen las carabelas de los conquistadores de este mileno que andan buscando un sol que haga sudar hormonas a cualquiera, como dice Mayra Santos, la novelista que me descubrió una amiga puertorriqueña.
En la reciente reunión para evaluar la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) que le encargó FONATUR a una empresa privada, se vio a las claras la intención oficial de avalar el desarrollo del CIP-Teacapán; en un auditorio atestado de testas (cabezas), con oleadas de calor que arremolinaban feromonas y olores de perfumes comprados en el Mercado de la Pulga de la Juárez, el moderador se mostraba agresivo con los ponentes que hacían críticas (les ponía en la nariz el aviso de tiempo fuera), pero en cambio se hacía el desentendido cuando el ponente era del gobierno; alguien tenía que gritarle ¡¡TIEMPO!!.
Voces muy autorizadas como las del Dr. Exequiel Ezcurra, de investigadores de la Facultad de Ciencias del Mar, de ONG´s ambientalistas, han advertido del riesgo de autorizar el CIP-Teacapán, sin atender las observaciones que se le han hecho.
¿Cuáles riesgos?. Dañar la agricultura de la región al introducir agua salada en los acuíferos; alterar el patrón de circulación del agua y bloquear el transporte de larvas de camarón y de peces de importancia comercial. Nada más estas dos razones son de bastante peso, ya que los agricultores chileros y los pescadores ribereños quedarían en la miseria (claro podrían trabajar de cantineros o meseros en los hoteles y tugurios); pero además están el incremento de la contaminación, la alteración del paisaje, etc.
El Petasmón no es pesimista, pero las tendencia esquizofrénica de FONATUR en la promoción de desarrollos turísticos de este tipo, nos hace pensar que ya tienen todo amarrado, como lo acaban de hacer en Cabo Pulmo, Golfo de California, donde se autorizó el CIP-Cabo Cortés, una ciudad turística, que incluirá hoteles, viviendas, condominios, marinas, campos de golf, centros comerciales, un pueblo para trabajadores, iglesia, servicios médicos y un aeropuerto para aviones privados, entre otras instalaciones.
A Fonatur no le importó que en 1995 la zona fuera declarada área natural protegida, donde se ubica el único arrecife coralino del Golfo de California y se la concesiona al el grupo español Hansa Urbana (¿Es el mismo del CIP-Teacapán?).
El arrecife es un importante criadero de peces de las zonas aledañas, y para estos ecosistemas los sedimentos que producirán las construcciones de las marinas serán mortales y el tiro de gracia se lo darán los agroquímicos usados en los pastizales de los campos de golf.
¿Pero a quien le importa un pinche arrecife que tiene veinte mil años?. Lo interesante es echarle manotadas a las jugosas partidas presupuestales de las grandes obras y hacerse socio de algún negocito.
En las marismas de las Cabras ya no habrá espacio para el culebrón del Güilo Mentiras, las 2381 hectáreas esteros y manglares que eran de Don Naty y que ahora vende Don Toño (según las cuentas le tocarán mil 87 millones de pesos) se convertirán en cuartos de hoteles y congales. Ojalá que no.