Este es un artículo que amablemente me hizo llegar el Maestro Izaguirre.
Gildardo Izaguirre Fierro
Es indudable que en México se han tenido avances democráticos, hoy el sistema político es más abierto y plural, y esto se refleja en que muchas áreas de la vida social que antes se diagnosticaban y proponían soluciones desde el interior del círculo gubernamental, hoy se han abierto al análisis, discusión y propuestas de solución a diferentes sectores y actores involucrados en sus áreas de interés; es decir, se ha pasado de una política gubernamental a una política pública.
Este el caso de la ciencia y tecnología, que tanto en lo nacional como estatal, es hoy un asunto de política pública, en la que intervienen el sector productivo (privado y social), el sector académico (universidades, tecnológicos, institutos y centros de investigación), diferentes sectores gubernamentales (SEP, SHCP, SE, SEMARNAT, etc.), organismos públicos descentralizados como el CONACyT, y órganos legislativos como la cámara de diputados.
La Ley de Ciencia y Tecnología (LCyT) del Estado de Sinaloa, promulgada en el 2004, es muy clara en lo referente a ciencia y tecnología como cosa pública, y así lo dice en su artículo 2:
Son de orden público el impulso, el fomento y la coordinación de las diversas acciones públicas y privadas orientadas al desarrollo científico y tecnológico en el Estado.
Lo que no prevé la LCyT son los instrumentos y mecanismos que posibiliten coordinar a todos estos actores y sectores para ejecutar una línea de política pública para ciencia y tecnología en el Estado de Sinaloa.
El Consejo Estatal de Ciencia y Tecnología (CECyT) de Sinaloa, cuya creación ha sido un avance, de eso no hay duda, no ha podido consolidarse como cabeza de sector y por lo tanto no ha logrado aglutinar en una línea política clara a todos los involucrados en las actividades científicas y desarrollo tecnológico en Sinaloa.
Nada más piénsese en el sector hortofrutícola de Sinaloa, uno de los más fuertes económicamente en la entidad, o en el sector de la pesca industrial, exportadores de camarón y atún, y comparar sus intereses con los sectores académicos locales, como las universidades, tecnológicos y centros de investigación. ¿Coinciden sus intereses?.
Junto a eso, también está el entramado institucional, con el conjunto de las diferentes secretarías gubernamentales, cada una con sus propias querencias y presupuestos, y que en mucho de los casos no tienen una valoración precisa de la importancia de la ciencia y tecnología.
En ese panorama, por supuesto que es una tarea compleja difícil, pero no imposible, construir relaciones de vinculación reales y de compromisos compartidos.
¿Qué se necesita para que el CECyT se consolide como orientador de la política pública de Ciencia y Tecnología en Sinaloa?.
Propuesta : que al CECyT, como cabeza del sector, se le de más capacidad administrativa, organizativa y política para que pueda gestionar con mayor peso los asuntos de CyT en el ámbito estatal, nacional e internacional.
Propuesta alternativa: que se eleve la jerarquía del CECyT a Secretaría de Ciencia y Desarrollo Tecnológico (SCyDT); o bien, como un primer paso a Subscretaría, integrada a la SEPyC.
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