Gildardo Izaguirre Fierro
El Cromosoma 21 es el más pequeño del genoma humano y es quizá el que tiene menos genes, y también es por eso que en algunas personas se puede repetir en tres copias, son los seres humanos “3-21”, son personas sanas, con muchas posibilidades de ser felices (su rostro es una carita feliz) y vivir muchos años; a veces un niño nace con una copia triple del cromosoma 13 o 18, pero esos viven unos cuantos días.
Cierto, las personas “3-21” tiene dificultades para la construcción conceptual, para comunicar sus emociones y pensamientos; y es ahí cuando renegamos de Dios o de la naturaleza y a eso le llamamos injusticia en el reparto de bienes; pero como dice el refrán. “Dios aprieta pero no ahorca”; la naturaleza quita un poco de algo para dar más de otro.
Por eso cuando vemos a los “niños Down”, bailar, brincar, cultivar lechugas y pintar, nos decimos: “estos morros ganaron en sensibilidad y amabilidad”.
Hoy en esta exposición de pintura titulada con orgullo “Mi esencia: así soy yo”, la banda de niños de la Casa Down de Mazatlán, nos gritan al viento que para el arte no hay impedimentos; sacan de su rico mundo interior imágenes y colores para platicar de su vida espiritual, sus cuadros parecen decirnos: “abran bien los ojos para que vean lo que nosotros vemos”.
Carlos Fuentes, en su prólogo al libro “Escuela Mexicana de Arte Down”, afirma: “los niños y jóvenes Down poseen una capacidad creativa excepcional. Saben ver más que el común de los mortales. Ven más lejos. Ven más bello. Nos deslumbran. Nos revelan lo que estaba allí, pero no habíamos sabido ver. O si prefieren ustedes, lo que no estaba allí, y ellos vieron en otro nivel de la imaginación plástica”.
Lastima saber que de los 150 mil personas “3-21” registradas en el país, tan sólo el 3% recibe la atención especializada que requiere para insertarse de manera efectiva en este mundo terrenal.
Lo estamos viendo aquí, esta exposición plástica de la comunidad Down, es un reclamo de su derecho a participar en la vida social y cultural del puerto, sinceramente creo que se lo han ganado: los chamacos y chamacas Down, nos enriquecen culturalmente.
Hay que leer los símbolos, como decía Gombrich, el legendario y longevo crítico de arte: repasemos la simbología plástica del arte Down, sus colores y figuras hablan de su mundo, de los sueños, las emociones, las alegrías y temores.
La biología, en el intenso azar genómico, les agregó un cromosoma adicional, los hizo especiales, querendones, amables, besucones y con una gran sensibilidad artística, que han sacado a flote sus maestras y el pintor y biólogo Blas Nayar. Gracias a todos ellos.
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