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9 de abril de 2010

LA SURIPERA PARA PESCAR CAMARÓN


Guillermo Rodríguez
La suripera es una arte de pesca de arrastre que se utiliza en lagunas costeras de la zona centro-norte de Sinaloa para la captura de camarón. Pero a diferencia de otras redes de arrastre esta es muy selectiva y la captura de otras especies no objetivo es un evento raro. Otra ventaja es que es operada aprovechando la energía de las corrientes de marea o el viento, de manera que el rendimiento de camarón por litro de combustible consumido es el más alto de las artes de pesca de camarón que se utilizan.
Antes de los años setentas la captura de camarón en las lagunas costeras de Sinaloa se realizaba con atarrayas; una red circular. El pescador toma la atarraya por el centro con la mano izquierda, una parte del paño se lo hecha en el hombro izquierdo y con la mano derecha agarra otra parte del paño y con un movimiento semicircular impulsa la red para que se abra y caiga cubriendo una superficie circular. Las atarrayas utilizadas en la Reforma Sinaloa eran de 6 a 8 metros de diámetro. La operación de estas atarrayas significaba un gran esfuerzo humano y pronto el cansancio limitaba el rendimiento. Los pecadores ya agotados empezaron a intentar extender la atarraya con las manos en lugar de lanzarla desde el hombro y cuando arrastraban el paño para extenderlo se dieron cuenta que los camarones saltaban y se deslizaban sobre el paño hacia arriba. Entonces idearon ponerle un bolso en la parte superior de la atarraya para atrapar estos camarones. Luego le quitaron la mitad de la relinga de plomos, ya que solo la mitad de la atarraya era la que se arrastraba manualmente. Tiempo más tarde le ataron canastas a las atarrayas para que fueran arrastradas con la corriente de marea, hasta que llegaron a convertirse en otra arte de pesca que se denominó atarraya suripera. Hoy en día las atarrayas suriperas son redes semicirculares con media relinga de plomos y dos bolsos en la parte superior de la red. Dos redes suriperas son operadas desde el borde lateral (a estribor o a babor) de una panga de 23 a 25 pies de largo. La proa y popa de la panga es alargada con palos de bambú o mangle de 6 a 7 metros en cuyos extremos se atan cuerdas que en el otro extremo lleva atado una rueda de plomo de 6 cm de diámetro, las cuales se unen al extremo exterior de las relingas de plomo de cada suripera para mantenerlas extendidas, mientras que los extremos internos de las dos suriperas son unidas con otra cuerda con plomada circular y que va atada al centro de la panga. Las cuerdas de apertura y cierre de los bolsos se atan también en los extremos de las pangas para tener acceso a estos bolsos cuando se requiera recobrar la captura. En la parte lateral contraria a donde se operan las suriperas se coloca una vela triangular (denominaba localmente como vela-burra). Los vértices de la base de esta vela se atan a la proa y popa de la panga con cuerdas, mientras que el vértice superior se ata a una cuerda que pasa por un carrete colocado en un mástil al centro de la panga, desde donde se maniobra para bajar o subir la vela. En una jornada de pesca una panga con uno pescador lleva su embarcación hacia la boca de la laguna utilizando un motor fuera de borda, escoge el lugar y entonces apaga el motor, lanza las atarrayas suriperas y despliega la vela, dándole cuerda para que se meta en el agua y entonces la corriente de marea empieza a impulsar la vela y la embarcación con las suriperas. Con pulsar las cuerdas de los bolsos el pescador se puede dar cuenta de la abundancia de camarón que está pescando, por el golpe del camarón cuando choca con el vértice de la atarraya y cae en el bolso. La baja velocidad de arrastre permite el escape de otras especies diferentes a camarón y además como la bolsa está en la parte superior de la atarraya para aprovechar el comportamiento del camarón no es común la captura de otras especies. Este es un ejemplo de un arte de pesca con criterios de sustentabilidad.

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